Además de proveer los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios para echar a andar la increíble y poderosa máquina que es el cuerpo humano, los alimentos pueden impactar de diversas maneras en la salud. Nos referimos a la fuerte conexión que tiene la comida con las emociones.
Alimentarse es y significa mucho más que comprender qué debes y qué no debes comer; también se trata de apreciar la forma en la que se entrelazan la nutrición, los pensamientos y las emociones con las interacciones sociales de cada persona.
De hecho, las emociones y los sentimientos son un factor extremadamente fuerte cuando de la elección de alimentos se trata. Desde la infancia temprana, la comida se conecta con una variedad de emociones e interacciones sociales que nos ayudan a diferenciar si estamos felices, tristes, enojados, celebrando…etc. e incluso, la comida suele usarse para apoyar o hacer frente a esas emociones y circunstancias.
Como ves, nuestra relación con la comida inicia mucho antes de que tengamos el control de nuestra propia dieta, influenciada por las elecciones que nuestros padres hacen por nosotros.
De manera primitiva o por instinto, los seres humanos hacemos todo lo posible para evitar el dolor, y para buscar el placer. Cuando se trata de comer pasa lo mismo. En un nivel básico, podemos experimentar dolor o displacer en forma de hambre y buscamos resolverlo consumiendo comida y bebidas.
Cuando las emociones se involucran comenzamos a evitar otras formas de dolor y debido a que vamos aprendiendo que la comida es capaz de brindar placer, comenzamos a usar estas sustancias por razones distintas al apetito.
Es imposible no tener una relación emocional con la comida. Y, aunque es bueno disfrutar un platillo especial de celebración o comer algo delicioso independientemente de lo saludable que sea, antes de comer debes preguntarte si estás haciendo una elección consciente o estás actuando por impulso, motivado por una emoción o circunstancia de tu entorno.
Buscando las respuestas también hallarás la conciencia necesaria para mantener una relación sana con la comida, lo cual es indispensable tanto para evitar comer en exceso, como para evitar consumir los que no son buenos para tu salud.
En ambos casos, a veces optamos por usar o evitar los alimentos para evadir el dolor de algunas emociones que estamos experimentando, y es nuestra percepción de que, de alguna manera alimentarte puede ayudarte a actuar mejor, el placer y la evitación del dolor suelen ser de corta duración, cayendo en una repetición del ciclo en la que el problema de raíz permanece y se agrava.
Cuando se desarrolla una relación consciente con la comida puedes tomar mejores decisiones y comenzar a observar los factores desencadenantes que te conducen a las distintas posibles elecciones de alimentos.