El mundo está hecho de sustancias y elementos, y cuando estos interactúan con otros tienen cambios físicos y/o químicos.
Por ejemplo el agua. Podemos congelar el agua y convertirla en hielo, o calentarla y obtener vapor, pero sigue siendo agua, su composición no cambia: esto es un cambio físico.
En cambio si comemos algo y hacemos la digestión estamos hablando de un cambio químico porque la manzana que ingerimos va a interactuar con otras sustancias para descomponerse y ser asimilada por nuestro cuerpo.
Hay factores que cambian las cosas, por ejemplo el oxígeno, la luz solar, el agua, etc. Los elementos que se modifican por la luz se conocen como fotosensibles.
Un elemento fotosensible es el bergapteno, el cuál encontramos en el limón y otros cítricos, es por esto por lo que cuando comemos un coctel en la playa y le exprimimos un limón debemos lavarnos las manos y no exponerlas al sol o nos dejará una quemadura.
Es por esto por lo que en distintas industrias se usan frascos de vidrio color ámbar. Seguramente te han recetado un medicamento que viene en este tipo de frasco de vidrio y no, no es para darle un aspecto solemne, es para que el sol no inactive tu remedio.
Un frasco de vidrio ámbar proporciona:
- Durabilidad.
- No reacciona con los productos.
- Resistencia térmica.
- Protección ambiental y luminosa.
Los frascos de vidrio ámbar también son ampliamente utilizados en la industria naturista para contener medicamentos homeopáticos, aceites esenciales, gotas relajantes, aromas, jarabes, suplementos, tratamientos dermatológicos, entre otros.
Un ejemplo muy específico es el del extracto de ajo. Este poderoso antibiótico, antiviral y antifúngico natural con múltiples propiedades antiinflamatorias, se conserva mejor si está almacenado en uno de estos frascos.
Te recomendamos también guardarlo en un gabinete donde no le pegue la luz de forma directa, con una temperatura menor a 30 grados y libre de humedad.
¿Sabías que para esto servían los frascos ámbar?